El filtro de partículas y sus problemas con la regeneración
La mayoría de los motores diesel actuales llevan incorporado un filtro activo de partículas, conocido también como FAP o DPF, por sus siglas en francés o inglés.
Se trata de un sistema anticontaminante que permite quemar las partículas de hollín generadas durante algunas fases de la combustión, reduciendo el nivel de partículas contaminantes que se expulsan por el escape.
Estas partículas sólidas se retienen en las paredes porosas del filtro y son eliminadas cada cierto tiempo en lo que se denomina “fase de regeneración”. En dicha fase se eleva la temperatura del filtro para incinerar el hollín y limpiar el sistema.
Los inconvenientes llegan cuando se utiliza el coche únicamente para realizar recorridos urbanos, donde no es posible alcanzar la temperatura mínima necesaria para la regeneración. Como la temperatura no sube lo suficiente, el hollín no se incinera lo que provoca que el filtro siga acumulando partículas sin limpiarse hasta que se satura.
También resultan problemáticos los trayectos cortos, en los cuales el ciclo de limpieza puede interrumpirse porque para completarse suele necesitar entre 10 y 25 minutos (el tiempo depende de varios factores). Cada vez que el motor arranca, automáticamente se vuelve a intentar la regeneración y como no da tiempo a completarse el proceso se repite una y otra vez, hasta que el sistema se da por vencido, supone que algo no va bien, se muestra un mensaje de error en el cuadro de instrumentos y el motor entra en un modo de emergencia o avería para evitar dañar el filtro.
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